La gran depresión

La gran depresión

No, esta no es una clase de historia sobre La Gran Depresión (Económica) de 1929 en los Estados Unidos, aunque sí hablaremos de cuentos, cuentos que nos contamos a nosotros mismos en algunas ocasiones.

Hace unos minutos una persona con la que hace tiempo no platicaba publicó en una red social que se sentía deprimida, como podrán imaginarse, muchas personas le compartían comentarios como:

  • Tranquila, pronto pasará
  • No te preocupes, es normal sentirse así a veces
  • Sal a divertirte, eso te ayudará
  • Ve de compras, eso es lo mejor que puedes hacer
  • Ve una película, te recomiendo la serie…
  • Ponte a hacer algo de provecho

entre muchos otros comentarios, algunos condescendientes, otros muy duros y algunos hasta ofensivos (los cuales omito por obvias razones).

Si algunos me conocen saben que yo trato de mantenerme al margen de polémicas pero me fue difícil reprimir mis ansias de preguntar: -¿Cómo sabes que estás deprimida?-

La respuesta de esta persona fue: -Me siento sin ganas de hacer nada, me siento triste y agotada, nada me satisface, no tenga ganas de ver a nadie, me siento mal, no tengo hambre, solo quiero estar en cama y tengo muchas ganas de llorar-.

En situaciones así solemos pensar que estados emocionales como este que se dan al interior de nuestro cerebro están totalmente fuera de nuestro control, que pasan porque tienen que pasar porque así está escrito en tu destino y que solo nos queda resignarnos y sufrirlos hasta que por arte de magia o por el simple paso del tiempo desaparezcan.

Pero permítanme decirles algo muy importante, uno no «cae» en depresión así como así, uno mismo crea este estado emocional mediante unas acciones mentales psíquicas determinadas, tal y como nos lo explica Tony Robbins en el que considero, uno de sus mejores libros:

«El que se siente deprimido está contemplando su vida de una manera particular, y se dice ciertas cosas a sí mismo con una cierta entonación precisa, y adopta una postura específica y un ritmo de respiración típico. Cuando uno quiere sentirse deprimido, por ejemplo, suele ser útil dejar caer los hombros y mirar con frecuencia al suelo. Hablar con un tono de voz tristón e imaginar que le ocurren a uno las peores situaciones posibles también contribuye mucho. Y si estropea usted la bioquímica de su organismo por medio de una dieta incorrecta, o abusando del alcohol u otras drogas, ayuda a su cuerpo a reducir el nivel de azúcar en la sangre y la depresión está prácticamente garantizada.»

Extracto del libro: «Poder sin límites» de Anthony Robbins

Si, temo decirles que según algunos estudios sobre el tema está confirmado que la depresión es un estado emocional que se «construye», no se da de forma mágica e inesperada, de echo, de inicio se necesita un gran esfuerzo para construir un estado emocional como este, pero hay quienes se han «especializado» tanto en crear estos estados depresivos que ya es fácil para ellos generarlos, casi de manera automática podríamos decir, sus cerebros han aprendido a vincular su modelo de comunicación interna con acontecimientos externos, a veces sin que estos tengan nada que ver con ellos mismos, digamos que pasa volando una mosca y se deprimen, así de sencillo, cabe mencionar que esto es muy delicado pues de no erradicar este mal hábito se corre el riesgo de padecer episodios de depresión tan frecuentemente que se puede llegar a tener estos episodios de forma permanente y a nivel clínico donde casi cualquier esfuerzo por cambiar esta condición es prácticamente nulo y en muchas ocasiones puede llegar a necesitarse medicación para paliar un poco este problema.

También es importante señalar los beneficios complementarios que estas personas obtienen de estos estados depresivos como lo pueden ser la atención por parte de los demás, la compasión, el cariño, etc., así que tarde o temprano su cerebro adopta este modelo de comunicación como un estado natural en su vida porque lo encuentran cómodo.

Como hemos visto, las personas depresivas construyen estos estados pero… ¿qué pasaría si en vez de hacer todo lo necesario para entrar en un estado depresivo mejor trabajan para generar un estado de éxtasis y felicidad?, si, solo hagamos el siguiente ejercicio, ¿qué pasa en nuestros cerebros y en nuestros cuerpos cuando estamos felices?, sonreímos, hablamos de manera positiva, saltamos, abrazamos a los demás, estamos tan extasiados que una ensalada nos parece un manjar de los dioses, escuchamos música alegre, bailamos, nuestro tono de voz es potente, enérgica, todo esto nos acelera el ritmo cardiaco, vemos la vida con optimismo, y un largo etc., en una reunión de amigos podemos estar en este estado por horas, es por eso que al terminar la reunión nos sentimos exaustos, pero felices y ese estado a veces suele durar días enteros. ¿Por qué entonces no hacemos todo lo posible para construir estados emocionales agradables?, finalmente debemos «trabajar arduamente» para generar un estado emocional, simplemente hay que decidirse a construir un estado emocional positivo en lugar de uno negativo.

¿Y cómo podemos construir estos estados emocionales positivos?

He ahí el dilema, se necesita hacer exactamente lo mismo que hacemos al construir un episodio emocional negativo pero al revés… pero mejor veamos qué nos dice Tony en su libro:

«Podemos imaginar el proceso de la creación de estados emocionales como algo parecido al trabajo de un realizador cinematográfico. Para obtener los resultados exactos que se ha propuesto, el director de una película manipula lo que usted ve y oye. Si le quiere asustar, aumentará el volumen de la banda sonora y presentará en la pantalla, exactamente en el momento oportuno, algún efecto especial.  Si quiere hacer que se sienta usted exaltado , arreglará la música, la iluminación y todo lo que haya de aparecer en la pantalla para conseguir tal efecto. De un mismo argumento, un realizador puede sacar una comedia o una tragedia , según lo que decida llevar a la pantalla. Usted puede hacer lo mismo con la pantalla de su mente, puede dirigir su actividad mental, que es el fundamento de toda acción física , con la misma habilidad y eficacia. Puede aumentar el volumen y la iluminación de los mensajes positivos de su cerebro, y quitar la luz y el sonido a los negativos. Puede dirigir su cerebro con la misma maestría que Steven Spielberg o Martin Scorsese dirigen su plató.«

Extracto del libro: «Poder sin límites» de Anthony Robbins

¿Recuerdan a la persona que les conté más arriba que posteó un mensaje informando al mundo que estaba deprimida?, después de recibir su respuesta pude intuir lo que describimos hace algunos párrafos, buscaba atención, desde mi punto de vista no estaba deprimida, solo aburrida, así que armó todo el escenario necesario para representar una gran obra de teatro llamada «La Gran Depresión», y no me lo tomen a mal, no estoy burlándome, bueno, solo estoy siendo un poco sarcástico, el caso es que solté lo que en México llamamos un «busca piés», le pregunté cómo se llamaba la «trucha humana» (un compañero de la universidad) que en una reunión universitaria en el lago de Xochimilco (al sur de la Ciudad de México) bebió tanto que de pronto decía ser un un pez y sin que que nadie lo imaginara se lanzó a las aguas del canal gritando: «soy una trucha!!!», obviamente yo recuerdo el nombre de dicho personaje pero quise ver si eso hacía tambalear un poco el escenario de mi deprimida ex compañera, como fue un momento sumamente cómico que todos los asistentes a esa reunión recuerdan, quería saber si eso podía hacerla volver a la realidad, después de unos minutos su respuesta fue:

-Perdón, llevo casi 5 minutos llorando de risa al recordar el clavado en el agua de Robert!!!-  (por respeto hemos reemplazado el nombre de los protagonistas, (Trucha, si lees este artículo verás que tu secreto está a salvo conmigo) así que a partir de ahí durante aproximadamente 30 minutos nos pasamos recordando algunas anécdotas universitarias y como por arte de magia «La Gran Depresión» desapareció y dió paso a un estado de euforia, en sus mensajes podía verse ese cambio de ánimo y al final inclusive en su despedida escribió algo que me indicó que al menos el resto del día todo estaría bien:

-Hacía mucho que no me reía así, me dió gusto recordar esos viejos tiempos, creo que iré directo a la cocina porque tanta risa me dió hambre y un filete de pescado y ensalada me esperan, inclusive estoy tan de buenas que veré un maratón de Friends, gracias.-

Cada uno de nosotros tenemos dos formas de comunicación, la primera es la comunicación interna, lo que nos decimos a nosotros mismos por medio de pensamientos y la segunda es la comunicación externa con el mundo por medio del lenguaje verbal y corporal, con acciones e inacciones, ambas comunicaciones producen un efecto y una respuesta en nuestro interior y en todo lo que nos rodea.

Es por demás obvio que en la medida en que dominemos la comunicación externa mayor posibilidad de éxito tenemos en los aspectos social, personal, emocional y económico, esto es lo que le preocupa a la mayoría de las personas y se olvidan de la comunicación más importante, la interna.

La felicidad, la alegría, el éxtasis, la satisfacción, el amor, y cualquier otro estado emocional (indispensables para tener éxito en otros ámbitos externos) es el resultado directo de cómo nos comunicamos con nosotros mismos.

Solo nosotros podemos decidir cómo queremos sentirnos y cómo actuar en función de cómo interpretamos nuestra realidad y los estímulos que nos llegan del exterior, nada ni nadie puede dar un sentido específico a nuestra vida salvo que el que nosotros le queramos dar, así de simple y así de sencillo.

Y tú, ¿Qué cuentos le cuentas a los demás? o peor aún, ¿Qué cuentos te cuentas a tí mism@?

Literalmente, CUÉNTAME.

Sergio Neri

 

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